jueves, 17 de enero de 2008

EL PIJAMA FLUORESCENTE


Pues, sí al final el giro de tuerca que esperamos se encuentra en los lugares más insospechados, y es que a veces es necesario la oscuridad para descubrir qué parte de nosotros brilla en esos momentos.

Desde hace algún tiempo arrastro alguna que otra cosa que me preocupa (cambios de casa, falta de trabajo, dificultades en el camino de la adopción...), ayer por la noche no conseguía dormir y seguía dando inútiles vueltas a la cabeza y la postura sobre el colchón. De repente entre un giro y otro reparé en la propia camiseta de mi pijama...brillaba intensamente...

Curiosamente es un pijama que había decorado yo hace un año, no me acostumbraba a su sencillo gris y dibujé en azules y amarillos tres gaviotas (con dos líneas oblicuas tal y como las dibujan los niños cerca del sol) y a continuación había escrito " Vive...Vuela" sobre la parte de arriba. No tenía ni idea que la pintura que usé en aquel momento era reflectante y así en plena noche las palabras que me acompañaban en mi propio compañero de sueños, lograbansorprender, reclamar mi atención y hacer su mensaje el protagonista de la escena. Y es que a veces es la propia oscuridad la que resalta al misterio de la luz.

Entonces algo cambió en mi manera de enfocar las cosas, porque cada vez me doy más cuenta de que no son las situaciones sino lo que nosotros pensamos sobre ellas la que nos hace sentirnos felices o agobiados, en calma o en continua lucha.

Comienzo a recordar, y no me marcho muy lejos estas Navidades, es verdad que no todo salió conforme a las expectativas que tenía, aunque la lotería no tocara, aunque en la cena de nochebuena tuviéramo que superar que el plato principal saliera volando (bandeja incluida), para terminar en el suelo (¡Pobre capón relleno! Sniff, eso sí admirable es que la anécdota no interfiriese en lo bien que lo pasamos y la ternura y alegría de mis tíos anfitriones de la fecha y espléndidos cocineros), y el viaje que hiciéramos a Santa Pola Emilio y yo, resultara algo pasado por agua,…aun y quizá también con eso hubo Navidad y al final siempre dependió de mi propia actitud y mi capacidad y decisión de saber ver y valorar lo bueno el que disfrutara y colocara como adorno la sonrisa o decidiese privarme de ella.

Ahora viendo mis propias palabras impresas sobre mi pecho, dejo de nuevo que regresen aquellas preocupaciones y más fuerte como si de un traje mágico se tratase, me digo: Carmen, Vive, vuela...y acepta el desafío de saber guardar la luz del día, para poder brillar cuando llega la oscuridad.

Intentaré ir a por el reto.