jueves, 30 de abril de 2009

Con lagrimas en los ojos regresaba conduciendo a casa,
pero esta vez no era por una mala noticia, ni porque por tercera vez haremos levantar el suelo de la buhardilla para que quede bien (eso mejor lo comentaré en otra entrada). No, esta vez eran lagrimas buenas, lágrimas del corazón. PURA ALEGRÍA Y EMOCIÓN, de sentirse viva y tener tanto que AGRADECER A DIOS.

Imaginaos, yo con la bata explicando en clase, un jueves previo a puente.
El ambiente está algo revuelto, los niños me miran pero no siguen la explicaciones como otras veces. Por mi parte intento explicar la diferencia entre complemento directo e indirecto, por la suya, aún no entiendo bien a qué juegan pero atendiendo no están...se cruzan miradas, sonrien y...De repente llaman desde el interfono "Carmen Lamata a portería", al escuchar el mensaje los niños parecen brincar en sus asientos y jalean con insistencia para que me vaya.
Extrañada por su repentino interés en que abandonase el aula, salgo preguntándome el por qué de su reacción. Querrán quedarse solos?

Bajo a la entada...Allí todo se aclara,

bueno, todo menos mi propio fuero interno que entra en un considerable bloqueo...los veinte pequeñajos de mi clase habían encargado un super-ramo para esta profe novata, que al cogerlo entre ls manos llena de vergüenza ataba cabos.

Los alumnos se habían enterado de que el sábado era mi cumpleaños y ellos querían preparar su sorpresa y lo consiguieron. Ellos fueron hoy mi fiesta.

De verdad que el ramo era espléndido, tulipanes, orquídeas...Yo tardo en reaccionar, y mientras regreso al presente voy pensando qué decires. No sé si enfadarme o comérmelos a besos. Pienso que sólo hago mi trabajo (aunque es verdad que adoro mi trabajo) y por una vez son los niños los que me están malcriando.

Subo a clase y estallan los aplausos, la canción cumpleaños, la pizarra está llena de colores y dibujos,...sobre mi mesa han puesto regalos envueltos y hechos por ellos. Me entregan dos cartulinas con sus dedicatorias. Cuando quiero darme cuenta han sacado chuches y palomitas, tienen cámaras de fotos y esperan ver si logran que su tutora se emocione.

Emocionada estoy (pero se aguanta el tipo). Con una deorientación de aupa, que me recordó al momento de dar abrazos de la boda. Leo tarjetas, abro sus regalos, miro a sus cámaras y pido a Dios que bendiga a cada uno de ellos.

Los niños, ¡¡¡Cuánto cariño dan!!! (Eso sí, ahora hasta final de curso cualquiera se enfada con ellos). Ha sido muy especial.

Por eso en el coche, ya sóla con mi ramo, ecuahando en mi cabeza sus voces cantándome el cumpleaños, me sentía realmente feliz, afortunada y consentida por la vida. No se puede desear más.

Sé que aún no es mi cumpleaños, que seguro será estupendo pasarlo el sábado con los niños de la Infancia Misionera, ver a la noche a Emi y el Domingo compartir celebración con el día de la madre en casa de mis padres. Sé que el lunes, de otra manera lo festejaré con los compañeros de trabajo quedando para tomar algo, y que todo ello erá estupendo...pero es hoy, el recuerdo de los chicos de 6º, lo que creo se me quedará grabado como el regalo más grandote que me trajeron al cumplir los 26.