jueves, 12 de marzo de 2009



He reescrito varias veces esta entrada, pero ya no puedo os dejo el dibujo. Deciros sólo que mañana termina una semana especialmente dura en el colegio. Una alumna, a sus 16 años ha fallecido por una enfermedad repentina, llevaba desde los 5 años en el centro y la familia, su hermano, sus amigos y compañeros, profesores...absolutamente todos lo hemos sentido.


Qué difícil explicar esa lección a mis alumnos, sotener sus miradas esperando una respuesta que no convence, que a penas calma, presentarles el dolor, la muerte y la vida como realidades cercanas...qué dífícil explicar que hay momentos donde lo que podemos hacer se limita a estar, quedarnos al lado de los demás y unirnos a ellos, llorar con ellos...qué complejo seguir animándoles a amar la vida, a descubrir el milagro...


... en una semana donde su compañera ya no volverá, donde recuerdan como familiares o amigos iban en los trenes del 11 de marzo, en la que escuchan noticias de guerras que no se apagan, que continúan, que no logran nada, de alumnos y pacientes que usaron ayer sus armas para desatar su rabia...Difícil, muy difícil insistirles en que el mundo puede ser un lugar en el que todos juntos seamos felices...


En la capilla les reunimos a todos, compartimos con ellos cómo desde la fe no estamos sólos, como Jesús atravesó el dolor, lloró al morir su amigo, pasó él mismo por la muerte y no se la saltó, como podemos acudir a él, ...les explicamos como estas realidades no son para pensar, no hay razones,...hay que aparcar la cabeza, amar y abrazar lo que sentimos, el dolor y la rabia también...Ellos pidieron guardar minutos de silencio, después lo desbordaron con un gran aplauso... Aún ahora puedo escucharlo...me quedo con ello No escribo hoy más, quizá mañana, quizá, quizá renazca,...quizá despierten todas esas manitas nuestra esperanza.