sábado, 4 de diciembre de 2010




Mañana, 2º Domingo de Adviento. San Juan gritaba "Preparad el camino al Señor... Añanad los senderos" y San Pablo señalaba: "Hermanos, todas las antiguas Escrituras se escribieron para enseñanza nuestra,...acogeos,...estar de acuerdo entre vosotros"

Escucho cómo resuenan en el mundo hoy estas palabras; sin ir más lejos su mensaje ante lo ocurrido desde la noche de ayer en España. ¡Cuánto sufrimiento innecesario!, ¡Cuántos planes truncados por no lograr entre todos hacer "florecer la justica y abundar la paz" (como se cantará mañana en el salmo).
Y así escribo, pasando de la lectura a la vida, de la vida a la Palabra, de la gente que se ve en la televisión a mis hermanos.

Tenemos camino, mucho para hacer...pero qué bueno sería aunar las fuerzas en lugar de bloqueanos unos a otros.

Ante la huelga, sentí que tanta gente se viese perjudicada. Me dolió que mi hermano mayor que llevaba meses preparando su peregrinación a Medjugorje se quedase con la gente de su parroquia en tierra y me mandase finalmente un mensaje para decirme que "aboraban la misión", sentí cada una de las historias que se contaron e imaginé otras muchas que se quedaron en el aeropuerto, la rabia e impotencia de mucha gente, el miedo y angustia de algunos de los profesionales, la tensión y desconcierto de gobierno, políticos y militares. Personas, todos ellos personas con familias, vidas, miedos e ilusiones.
Y así en otros muchos lugares de nuestro Mundo, donde tenemos guerras, donde hay discusiones, donde ponemos obtáculos, ante lo que podría ser sencillo, lo que para todos sería bueno

Por eso en este tiempo más que nunca es Adviento, no hay que des-esperar sino ¡Esperar esperanzados!
¡Jesús, el Salvador viene, nace para todos ¡Lo necesitamos tanto!

Cuando veía como mi hermano ofrecía el haberse quedado en tierra, mantenía su fe en Dios en que Él hace los planes mejor que nosotros y tras pasar ayer todo el día, estar a las 6 ante los mostradores y tener a medio día que cancelar la peregrinación, desde su sufrimiento no se sentía solo sino muy acompañado. Sólo podía decir ¡Gloria a Dios! Viva en Señor Jesús que llena nuestras cruces de sentido, que nos ayuda a caminar y nos consuela, recordándonos lo único que importa.
Él es nuestra fuerza y nada nos falta.

Termino de escribir y pasa un avión por el cielo,
recuerdos
comienzos
instantes
de camino hacia nuestros sueños