jueves, 8 de septiembre de 2011




Hoy, día de la Natividad de María le pido a ella que me ayude y acompañe.
Como en la imagen, los momentos que estoy viviendo me hacen sentir pequeña, indefensa y frágil en la inmensidad del mundo.
Cierro los ojos, reflexiono sobre los proyectos que mantengo y si me fijo en mis fuerzas o preparación, me tambaleo. Como Pedro se hundía yo también me estremezco.

Pero entonces miro el mástil de mi barca, en él la imagen de María. Ella es mi madre y mi consuelo.

¿Acaso algún proyecto en la historia fue mayor que el que se encomendó a esa pequeña joven de Nazaret? Ella no miró sus fuerzas sino que confió en la gracia de Dios y con su FIAT no necesitó entender...sólo amó.

Quizá por eso en estos momentos de tantas dudas y temores, aunque sea despacio sigo empujando mi barca al mar (porque en la arena, nada de lo que verdaderamente es tiene sentido).

Mi querido amigo Ángel me pide que sobre Tierra Santa siga escribiendo.
Continuaré otro poco con el diario, haber hasta dónde llego.



Reseña del viaje a Tierra Santa. (Continuación)

1º día de Peregrinación: Lago Tiberiades y Río Jordan.
jueves 15 de julio 2010, "el día del milagro"

"El día comenzó en torno al mar de Galilea. A las 8:00 estábamos todos en el autobús y nos informaron que nos dirigíamos al santuario de las bienaventuranzas. llegamos aquel monte, había varios autobuses, la esplanada era grande. Caminamos y subimos a lo alto donde el sacerdote franciscano nos reunió para explicarlos lo más significativo del lugar. Se rezó el Evangelio y después se dio tiempo para orar y visitar el santuario. Ya estábamos allí, como hace tantos años nos movíamos buscando escuchar la Voz que reunía a tantos, nos dejábamos contemplar por Él..unos hacían fotos, otros rezaban, otros daban un paseo o se detenían en algún stand de recuerdos. Esa era la dinámica que se repitió en Tabga y Cafarnaum.

Un momento impresionante era ver la ciudad de Jesús, acercarse a la casa de Pedro y recorrer cada detalle de la habitación donde nos dijeron que probablemente descansaba el Señor. Son momentos fuertes que confrontan la fe e incluso cuesta ver a Cristo en lo concreto, creer realmente en su encarnación.

Hic Jesus Amoris primatum Pedro Comendat.
En el primado de Pedro celebramos la Eucaristía. Al aire libre, bajo la sombra de los árboles los tres sacerdotes concelebraron. El pequeño grupo de peregrinos vivimos un instante realmente especial y desde aquel momento nos dimos cuenta de que aquella Eucaristía se quedaba con nosotros.
Vimos la Mensa Cristi, donde la tradición sitúa el episodio tras el que Cristo preparó comida a los discípulos una vez que había resucitado y después pregunta a Pedro ¿Me amas más que estos?

Allí estábamos tan cerca del mar de Galilea que corrimos como niños para remojarnos los pies. Me metí en el agua pero justo cuando iba a salir una buena mujer, que viajaba con nosotros, me pidió que volviese a entrar en el agua. Yo accedí y mientras le decía a Emilio que hiciese lo mismo, nos dijo que iba a rezar por nosotros. Ella le pedía al Señor que nos diese un hijo. La alegría del entorno se centró por un momento en nosotros, el grupo de peregrinos se puso a rezar y Emilio y yo entramos en el agua impulsados por la fe de los demás. Entonces me pidieron que le besase, yo le hice la señal de la cruz en la frente y Emilio, después de bendecirme sí me dio un beso en la frente. Salimos del agua.

Fue especial recibir el cariño de hermanos en la fe a los que aún conocemos poco pero ya queremos mucho.

Embarcamos, con la gracia que nos pusieron la bandera y el himno de España para recibirnos. Navegar por el mar de Galilea fue realmente impactante. Se pidió silencio, se pararon los motores y empezó a escucharse el murmullo del mar y sonidos de gaviotas.

El padre franciscano nos dio la posibilidad de participar en el sacramento del perdón y hablar con los sacerdotes. La música que se puso después era de oración.

Al salir del barcoel autobús esperaba para llevarnos a un restaurante típico del lugar. Comimos el pan ácimo y los pescados a la brasa. Realmente la comida sabía a gloria.

Cuando me encontré con D. Pedro, el sacerdote que nos acompañaba, me dijo "Hoy es el día del milagro" y la frase me conmocionó.

La tarde la dedicamos a subir en taxi al monte Tabor. Me resultaba muy divertido eso de utilizar esa pequeña trampa para hacer más cómodo el ascenso. La montaña era increible, al llegar al punto más alto nos recibió una agradable brisa y todos nos sorprendimos diciendo "verdaderamente qué bien se está aquí". La resonancia bíblica estaba presente. El Tabor es lugar de oración.

Ahora estamos ya en el hotel para descansar antes de la cena. ha sido un día intenso, dormiremos bien. ¿Cuál será la pregunta de la noche? Cada día, D. Pedro a modo de dinámica nos hace una pregunta. Los peregrinos estamos sentados en corro y uno a uno vamos contestando...

...y la pregunta fue ¿Qué os ha impactado más del día?
me llamó la atención la sinceridad de las personas, su cercanía al compartir vivencias y sentimientos. Me emocionó mucho un jóven que decía venir sólo de acompañante de su madre". Él nos explicó que todo lo veía desde la distancia, pero que al regresar en la tarde al hotel y disponerse para salir a hacer un poco de ejercicio, no pudo a hacerlo. Explicó que empezó a correr por el lago pero tuvo que para y se echó a llorar. Le entró un fuerte arrepentimiento y después le inhundó la Paz.
Allí reunidos, el grupo de Peregrinos, estando en Tierra Santa se quedó en silencio. Escucharle era ser testigos del encuentro con Cristo, que a lo largo de la historia va hacia cada uno de nosotros, nos busca y nos quiere.
Emilio habló también, dijo que se sentía muy identificado con aquel jóven, pero que hoy sí había vivido con gozo la Eucaristía ¡Gloria a Dios!

No recuerdo mucho más, no me da tiempo, he de acostarme y todavía siento que debo dar muchas más veces las gracias."

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