Yo que quería iniciar la entrada de hoy con el título de "¿Quién se apunta a un baño en la piscina?"(más que nada para que fueséis reservando día para visitarnos),
pero nada que este junio comienza algo más tímido de lo habitual y en esta mañana de Domingo tenemos al sol de huelga, el cielo cubierto casi por completo y el aire con afán de protagonismo queriendo recordarnos aquello de "hasta el 40 de mayo..."
En fín, que aunque sin el título que barajaba y con manga larga, os escribo desde casa como me había propuesto y así una vez más, recurro al blog para compartir con todos vosotros ¡Los que tanto quiero! la puesta al día por mi parte.
Ha pasado mayo, con algún que otro reto para crecer. No ha sido un mes fácil para Emilio ni para mi, sobretodo con relación a nuestro sueño de paternidad. De nuevo médicos y ginecólogos que no dan diagnósticos muy favorables a la posibilidad de ampliar familia en lo que al modo tradicional respecta, y al mismo tiempo la adopción que no avanza por problemas "burro-cráticos"... (nada, que no hay manera de convalidar el proceso que iniciamos en Madrid y toca recomenzar desde cero en Guadalajara: cursos pre-adopción incluídos)
...Os lo reconozco así como a veces ambos lo llevamos mejor, otras cuesta más mantenerse alegres en la espera.
Deseo dejarlo en manos de Dios, y agradecer cada paso de mi camino con Emilio, pero como os dejo entrever, mi corazón peca de impaciente y no siempre escojo usar la fuerza de la sonrisa para convencerle, y me pierdo refunfuñando sin ofrecerlo.
Por lo demás contaros que continúo con el doctorado, he terminado lo que son las clases = cursos de posgrado, y ahora estoy con el proyecto de investigación (requisito previo para iniciar la tesis). Para realizarlo voy a un conocido hospital de Madrid a la sección de psiquiatría infanto-juvenil entre semana. He de reconoceros que esto lo disfruto sobremanera. Es cierto que la enfermedad -y más aún en los niños- es dolorosa, pero la capacidad de superación y el valor que demuestran estos pequeños para intentar sacar fuerzas desde su fragilidad me hace sentir orgullosa del ser humano, me permite palpar la vida y entender más de qué va este pequeño ratito que pasamos por el mundo. Me ayuda a ver más claramente qué cosas son las importantes para llevar con nosotros como equipaje de viaje.
Aprendo mucho, de los médicos con vocación, de las incansables enfermeras, de los padres incondicionales, de los niños y adolescentes que hacen fuerza de su debilidad...de la vida y como no puede ser de otra manera, de mi misma. Por ello aunque a veces dudo de si podré seguir adelante con la tesis y la investigación, no lo hago de la importancia y de los continuos descubrimientos que hago para mi propio desarrollo y beneficio en este momento. Cada día que paso allí siento que es donde quiero estar y de algún modo donde ahora debo estar; De ahí que esté intentando conseguir una beca de investigación o una plaza de ayudante en la facultad que me permitiese no abandonar el proyecto y continuar acudiendo hasta finalizarlo. (Ya os iré contando si en esos trámites tengo algo más de suerte).
De las vacaciones Emilio y yo tenemos planeado Suiza, él siempre ha querido viajar allí e incluso dice que le encantaría vivir en el país (no sé yo si cuando vea los precios en los que se mueve seguirá pensando lo mismo). Yo no conozco casi nada del lugar así que tengo un mes para informarme y ponerme las pilas con el inglés (que de algún modo siempre es el comodín de cara a comunicarse fuera de nuestras fronteras). La verdad es que ilusión me hace mucha, me gusta viajar con Emilio y conocer juntos otros países. Espero que podamos disfrutarlo.
Como tema pendiente a priorizar tengo el reciclarme con el coche, porque relamente aunque el carnet ocupe un lugar en mi bolso, no sé conducir. Os pongo en tesitura: Lo saqué a la cuarta y hace ya 5 años, estando muy, muy verde (en ninguno de los exámenes llegué siquiera a aparcar!! ). No he cogido el coche sóla nunca y en mi historial tengo: meterme en sentido contrario, salirme de una curva regresando de Cádiz por correr más de lo que ahora jamás haría, saltarme los semáforos pero simplemente porque no los ví,...y otras tantas barbaridades que hicieron abandonase el coche casí llevando la L.
Ahora me es imprescindible conducir para moverme con autonomía desde el chalet, y de cara a buscar trabajo en Guadalajara. Así que a no tardar supongo que intentaré ir a una academia para además desquiciar al profesor de turno (eso sí a cambio de un buen pellizco ya que como sabéis no está barato), conseguir manejar con más soltura.
Y como bálsamo para los días inquietos tengo el chalet, el ver el cielo con sólo levantar la mirada. El oir todas las voces de la naturaleza, en dejar pasar el tiempo tumbada en el césped, salir a correr, a pasear o con la bicicleta (para los del menesiano tranquilizaros, ya soy menos peligro sobre 2 ruedas, el reto está en pasar a 4 + motor). Y el compartir mi dolor y mi alegría con Emilio ¡Qué regalo!
Si me paro y recuerdo respirar desde los pies,
y no dejar pasar lo realmente importante...
entonces sí logro que salga el sol
desde dentro,
que continúe el rumbo

y que poco a poco
de la mano
alegría y salud regresen
para acompañarnos
desde dónde estamos.