martes, 4 de mayo de 2010




Uno de los primeros recuerdos de mi infancia es salir con mi hermano Pedro y mi padre a buscar amapolas que llevar a mamá. Recuerdo que íbamos a lo que para mí era la montaña. Los que comocéis el parque de las avenidas os sonará como al final del barrio, hacia lo que ya sería por un lado la zona de Azcona y por otro Avenida de América y lindando con el club santiago, había un terreno sin construir del que todavía hoy queda parte. Era a ese descampado donde mi padre nos llevaba. Recuerdo que mi madre estaba en cama y cómo sonreía cuando triunfantes a nuestro regreso le llevábamos las flores. Ahora comprendo que debía estar acostada porque le mandaron reposo con el embarazo de mi hermano pequeño, Juan. Que mi padre salía paciente con mi hermano y conmigo porque Pablo que debía tener meses si acaso el año recién cumplido era demasiado retaco como para acompañarnos. Pedro tendría los 3 añitos y yo dos. Sería 1985 y dos hermanos a cargo de su padre sentían que tenían una misión importante que cumplir, regresar con las amapolas para su madre.

Cuando el Domingo "día de la madre", al regresar de misa íbamos en el coche ví asomando en los campos de Guadalajara ese color intenso de las amapolas y no me pude resistir. Hice a Emilio dar la vuelto y parar el coche. Me baje en medio de la carretera y de rotondas y me puse a coger amapolas que llevar a mi mamá. En aquellos instantes me sentí niña de nuevo, con un tesoro entre las manos, con cariño que poder entregar.

La verdad es que las flores llegaron algo "pochas", como mi padre me explicó la amapola es una flor del momento que dura poco. Aún así mi madre las recogió, me besó y me agradeció aquel sencillo ramito como algo grande. Grande es el amor de una madre que tenga su hija 2 años o 27 le hace sentir que sus gestos son pequeños grandes tesoros.

Pensar que en aquellos momentos mi madre tenía mi edad... Dios es el único que sabe qué quiere de mí, de Emilio, de nosotros, pero también nos gustaría ser padres y quizá lo seamos ya sin saberlo.Hoy hace un año que entramos en lista de espera para la adopción de dos hermanos en Colombia. Hablando y reflexionando juntos decidimos hace poco ampliar el tramo de edad, de modo que si en delegación lo aprueban solicitaríamos adoptar menores hasta el año de cumplir los 7. Una aventura que nos ilusiona, que da miedo pero que sobre todo es un sueño compartido que cumplir. Por eso le pedimos a DIos por ello y si no que nos indique cómo enfocar el Amor que deseamos hacer crecer dando a otros.

Mañana celebraremos la jubilación de una hermana que ha pasado ya 50 años de monja. No será madre, pero ha dado tantísimo Amor que los niños y jóvenes la quieres muchísimo. Es pura humildad (de hecho creo que la acción de gracias y el pequeño homenaje que la dedicaremos le costará bastante). Le gusta pasar desapercibida, peor siempre está ahí donde se la necesita, sirviendo calladamente, enseñando a los alumnos más difíciles. Se queda por las tardes, en vacaciones de Navidad y de verano. A la hora que sea sin pedir nada a cambio. Menuda enseñanza nos da.

Os dejo la poesía que le he preparado, se la he incluído en un álbum donde los alumnos a los que ha ayudado durante los últimos años han dejado preciosas dedicatorias.


Cuando las clases terminan,
y los pasillos descansan,
Una luz queda encendida
discreta entre muchas aulas

Niños y niñas del centro
marcharon hacia sus casas
Profesores y maestros
Han vencido la jornada.

El silencio va calando
menos en esa pequeña sala
donde la paciencia
sabe a ternura,
y la compañía es santa

Aquella luz queda y arde
tocando mentes y almas
agotando al máximo el tiempo
y dando más,
que nada guarda.

No hace ruido,
No reclama
Nada pide
Sólo ama


Lleva el día acompañando
a muchas vidas
que ensayan
un ser y estar
en el mundo
necesitado
de una hermana


Pasa el frío del invierno,
en la ventana empañada
o el sonar de primavera,
que a sus chicos acompaña.
Llega el verano a su tiempo
y el curso parece que para
salvo por aquella luz
que educando
no se apaga

Ella siembra testimonio
con esa luz que da alas
pasando años y tiempo
con los jóvenes sentada
Allí la encuentras seguro
Lápiz en mano y estampa
que desde saberes del mundo
de Dios y María habla

No hace ruido
No reclama
Nada pide
Y solo ama


Prende, ¡vaya si prende!
brillando fuerte su llama
Que el Reino es de pequeños
luchando en grandes batallas

Luz Viva
Sencillez que cala
dichosa y fiel
a su llamada
¡Hace camino de Gloria
en la historia Santa Ana!