jueves, 7 de octubre de 2010

OCTUBRE









Llego a casa, hoy regresando en el coche con Emilio. Volvemos juntos y de camino nos contamos cómo fue la jornada. EL cielo anuncia lluvia, pasó el verano y llegó el otoño, que en Guadalajara no dista mucho del invierno.

Fuimos a Javier, visitamos Leyre y compartimos juntos momentos especiales que cerraron septiembre. En el encuentro que os comentaba en Navarra, por la mañana tuve el curso en Estella, pero en la tarde, con Emilio visité la ciudad, paramos en Santa María de Eunate, conocimos el pueblo de Obanos (famoso por su misterio) y fuimos a descansar a Sanguesa. Nos alojamos en el hostal de JP, donde su dueño, "Juan Pedro" nos recibió y atendió con amabilidad, su manera de mirarnos nos hacía sentir como en casa, nos recibía como amigos y su trato familiar nos impulsó a seguir sus recomendaciones sobre dónde encontrar un lugar especial para cenar. El desayuno nos lo preparó él y como si fuésemos peregrinos marchamos desde allí hacia Javier. Pero antes, para comenzar el día subimos a ofrecer la jornada ante el Sagrado Corazón que hay en lo alto de la montaña. Desde allí se veían los rayos del sol al amanecer y parecía que hablaba el cielo, comenzó a cubrirnos una lluvia fina que me recordó al salmo "Derramaré sobre vosotros un agua nueva que os purificará..." y con el deseo de que nos ayude a tener un corazón nuevo nos dirigimos hacia el castillo, buscando el Cristo de la sonrisa.
Después de comer visitamos Leyre, resultó muy curioso enteramos que el monje que celebró allí la Eucaristía era de nuestro barrio y había estudiado en nuestro mismo colegio. También me llamó la atención la leyeda sobre el monje Virila (consultable en internet). según cuentan era un monje preocupado por el conflicto de la eternidad y una tarde que subió la montaña hacia una fuente se quedó escuchando el canto de un ruiseñor, tan entretenido estaba que se le hizo tarde y cuando regresó al monasterio habían pasado 300 años!! ( la historia es de lo más curiosa para quien desee investigar). Emilio y yo, informados de la leyenda, decidimos subir hasta la fuente, siguiendo un camino en la montaña ascendíamos encontrando mensajes en las piedras que nos indicaban que íbamos por buen camino. Cuando por fín llegamos hasta la fuente había dos piedras escritas donde decía "sacrificio" "renunciar la placer". Aquel mensaje escrito en la piedra también dejó en nosotros bastante huella Leyre fue la última parada del viaje y aquellas piedras las primeras de mi reflexión...

En aquellas piedras que allí seguirán en lo alto de la montaña, en las montañas del monasterio de Leyre, empiezo a apoyarme y desde ellas cuando el ambiente se me torna complejo comienzo a contruir de nuevo. Sí, sacrifico como hacer sagrado el ofrecer con fe, aunque no se vea claro a dónde debe una dirigirse o cómo ha de actuar.

En estos momentos tengo algunas pequeñas cosas que se me hacen grandes, os reconozco que me está costando enfocarlas y no sé bien cómo manejarme con ellas ¡Así de pequeña soy! Trato de aprender de la situación y crecer con ella, pero no me resulta fácil. Quizá por ello, cuando subiendo aquel camino, avanzaba también dentro de mí y repasaba esos "nudos mentales" me sorprendí al llegar y contemplar en aquellas humildes piedras ese mensaje.
En el final del camino estaba la clave para mi felicidad, para la felicidad de todos. Renunciar para ser libre, ofrecer para vivir con alegría. Parece paradógico pero es justo el sacrificio y la reuncia lo que más puede llenarnos y ayudarnos cuando las cosas no van como desearíamos.

Siempre me ha gustado dar gracias por tanto que me ha sido dado. Sin embargo estar satisfecha cuando toda va bien y el viento es favorable sale natural, no necesito proponérmelo, pero plantearme aprender a dar sentido a lo difícil y animarme a ofrecer lo que me cuesta más, es un reto pendiente. Por eso en este nuevo mes, ante las témporas (época de acción de gracias, de petición y de conversión) deseo dar gracias por tantas bendiciones y por los problemas que me ayudarán a crecer y superarme, deseo pedir ayuda para poco a poco renunciar a todo lo que me quita la paz, me distrae de lo importante o me estorba en el camino y convertirme, sí día a día y pasito a paso en el "cambio" que creo que necesita mi entorno

...entonces podré dar un Gracias más fuerte llegando a amanecer cada día para Amar. ¡Qué bello sería avanzar hacia ello! Que nada nos separare del Amor y que si vienes dificultades o problemas aprendamos a emplearlos para que nos unan más, entre nosotros y a Cristo.

Bienvenido octubre, bienvenido lo que nos tenga preparado. Gracias por este cielo, por este sol que mientras escribo se está escondiendo. Por este marido santo que mientras escribo habla por teléfono con cercanía, con cariño, con atención. Gracias por la Vida, por la familia, por los amigos. Especialmente los que recientemente se han casado, tenido hijos, comprado casa. Gracias por el trabajo, por cada compañero por todos los niños. Gracias por ese sueño que está en Colombia y dejo en Sus manos.
Gracias, por este medio desde el que puedo deciros que tanto Os quiero!